miércoles, 20 de octubre de 2010

Elenita a la carrera

Imaginad esta escena: un autobús pasa por delante de vosotros y segundos después, corriendo como si en ello le fuera la vida, veis a Elenita, esprintando como una atleta profesional mientras grita "¡¡Stop, stop, please, stoooop!!"

¡¿Qué le habrá podido pasar a nuestra amiga?! Pues vamos a verlo...

A punto de cumplir su primer mes en Canadá, Elenita sigue intentando matricularse en el curso de inglés. Ya hizo la prueba de nivel pero eso se ve que no es suficiente. Ahora resulta que tiene que cambiar su status canadiense, conseguir su "study permit", para que sea aceptada como alumna. Así es que Elenita se ha ido a una oficina para solicitarlo pero claro, la señora que la ha atendido habla en inglés y al salir de allí el lío en la cabeza de Elenita era mayúsculo ("Te juro que no entendí ni papa", nos confesó Elenita). Saturada de información a medio digerir ha recurrido a Pablo y entre los dos más o menos han salido de dudas... Pero la cosa no podía ser tan sencilla.

Horas después, con nuestra amiga sola en casa y de la nada, ha aparecido en su bolsillo un papel con una dirección. ¿De dónde? Ni idea. ¿Será que es allí donde tiene que hacer esas gestiones? No lo sabe. ¡Qué lío! Entonces Elenita, que todavía no tiene teléfono ni internet, ha salido pitando para la biblioteca a ver si podía hablar con Pablo vía email y solucionar la gran duda. Ha cogido el bus y a ojo ha elegido donde bajarse. Hasta aquí bien pero, ¿por qué correr tras el bus como una desesperada como hemos visto al principio? ¿Qué ha pasado? Pues lo que estáis pensando... que algo se ha dejado olvidado, sí, y no cualquier cosa, ha sido ¡la carpeta con toda la documentación!: billete de vuelta a España, pasaporte... ¡todo! Y el autobús ya se iba calle abajo alejándose de nuestra amiga Elenita.
¿Entonces? ¡Pues a correr! Y nuestra amiga se ha lanzado tras él como una posesa y lo ha alcanzado en un semáforo... pero el malvado conductor no le ha abierto la puerta... y ella no sabía cuál era la siguiente parada. ¿Qué hacer? Ha esperado hasta verlo girar en una calle y hacía allí se la lanzado (¡corre Elenita corre!), con la lengua fuera y pensando en que su vida estaba en esa carpeta. Pero no todo podía ser todo malo ni esta historia podía tener un final triste: por fin, tras mucho correr, Elenita ha alcanzado al autobús en la siguiente parada, la puerta se ha abierto y un chico sonriente le ha devuelto la carpeta.

Puff.

Lo que no le pase a Elenita...

(¿Y el curso de inglés? Dejemos primero que nuestra amiga tome aire y ya veremos qué pasa con el curso.)

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