domingo, 21 de noviembre de 2010

Una serie de catastróficas desdichas




Como todo el mundo sabe, cuando algo malo pasa puede ser que se abra el camino a otros sucesos igualmente negativos. En Canadá, por muy raro que parezca, las desgracias tampoco vienen solas. Y vienen muy acompañadas sin se te cruza un viernes negro...

Todo empezó el viernes pasado, el aciago viernes 19 de noviembre. La primera desdicha en llegar a la casa de nuestra amiga Elenita fue la caída de internet. La conexión simplemente dejó de funcionar. Al momento, llamaron al servicio técnico que llegó a la conclusión de que, efectivamente, no había conexión... pero no sabían por qué. ¿Pero cómo es posible? Conclusión de Elenita: en Canadá también pueden ser unos chapuceros. Y ahora nuestra amiga no puede comunicarse a diario con sus amigos y familia, ni puede usar la red para sus clases de inglés. (¿Será que le han cortado la conexión por descargar pelis? Hum, habrá que esperar para saberlo.) ¡Pero esto sólo es el principio!




El mismo viernes que se fue internet, maldito viernes, la tele dejó de funcionar. Era un mamotreto que les había dejado el casero y, quizá compinchada con la conexión a internet, decidió que su vida útil había terminado. Ahora habrá que comprar una..., ¡otro gasto extra para Elenita y Pablo!




Sin internet ni tele, el fin de semana se presentaba realmente oscuro y nada multimedia. Pero justo cuando todo parecía que no podía ir a peor... el desagüe de la casa se atascó y en pocos minutos el sótano quedó inundado. Durante dos horas, Elenita corrió de un lado para otro, fregando hasta conseguir sacar el agua sucia. Hasta que al día siguiente, cuando el fontanero no arregló el desastre, no pudieron usar el agua corriente. ¿¡Pero quién le ha echado mal de ojo a Elenita!?

A pesar de quedarse sin internet, ni tele y y haber sufrido el percance acuático, Elenita y Pablo no se rindieron: pensaron en irse el fin de semana a Toronto, a desconectar, ella de su inglés, él de su trabajo... Ese era el plan, claro, pero no hay tres sin cuatro... La empresa de alquiler de coches decidió que no le valía con la Visa que hasta ese momento les había servido para alquilar un coche. Ahora les pedían una tarjeta de crédito de un banco canadiense, algo que todavía no les han concedido porque necesitan más antigüedad como clientes. ¿Cómo? ¿Qué?


¡Maldito viernes!


O sea que, sin internet, sin tele, con el sótano recuperándose de la inundación y sin coche para irse de finde a Toronto, Elenita y Pablo se dispusieron a pasar un fin de semana de obligado internamiento monástico cruzando los dedos para que no aumentara su particular serie de catastróficas desdichas.


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