sábado, 6 de noviembre de 2010

Elenita va al cole



Después de la experiencia de Halloween, de la que tendremos fotos dentro de poco, Elenita se dispuso a empezar el mes acudiendo a su esperado curso de inglés. La noche no fue buena. Elenita estaba algo nerviosa y le costó dormir. Encima tenía que madrugar, prepararse, andar unos veinte minutos para llegar al cole... pero, que nadie lo dude, ¡nuestra amiga llegó la primera!

Elenita tenía sus temores. A los extranjeros que están allí como refugiados o como residentes el curso no les cuesta nada, así es que esperaba que aquello estuviera lleno de gente y que se avanzara poco en las clases. Y claro, si encima de pagar por las clases, estas resultaban poco productivas, la frustración sería doble para nuestra amiga. Pero esos temores desaparecieron en cuanto entró en su aula. Resulta que en las clases no hay más de quince personas, los profes son geniales y Elenita no para de aprender. Además, se ha encontrado allí con algo que a todo emigrante le hace falta: otros emigrantes. Ser de fuera en tierra extraña une y seguro que allí Elenita hace muchos amigos.


En las clases hay gente de todos lados: colombianos, venezolanos, salvadoreños, polacos, rumanos, ghaneses... incluso un taiwanés muy majo. Elenita es la única española y eso la convierte en algo protagonista en las clases. Todos los sudamericanos quieren hablar con Elenita... y ella están encantada. Después de su primer mes en Canadá, sin internet y sin gente con la que hablar, empezar el curso ha hecho que su día a día cambie por completo.

Ahora tiene por delante más de un mes de clase para aprender bien inglés. Seis intensas horas al día para leer, escribir y, sobre todo, hablar, que es lo que más hacen.

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