El otro día hablamos de Paul, el canadiense septuagenario voluntario con el que nuestra amiga emigrante pasará a partir de ahora algunas tardes hablando en inglés. Ayer volvieron a quedar para hablar y afinar el inglés de Elenita y gracias a esa charla Paul nos resolvió una duda: por qué se hizo ovolactovegetariano y qué tuvo que ver su cambio de dieta con España. El misterio por fin está resuelto y en esta entrada lo desvelaremos, pero un poco más abajo, que así le damos emoción al asunto.
Elenita y Paul tienen buen feeling. Se ve que él también habla por los codos, y como ella no es de las modositas silenciosas, pues se pasan la hora de parloteo intensivo. Seguro que Elenita acaba aprendiendo inglés por un tubo, aunque acabe cogiendo el acento y el vocabulario de un canadiense jubilado (ya imagino a Elenita volviendo a España con su título de Titulada en Inglés Canadiense del siglo XIX).
Paul es compositor de música y es muy muy muy conocido en London, Ontario, Canadá. De hecho, cada viernes interpretan obras suyas en el centro de música de la ciudad.
Cuando era joven, Paul perteneció a una de esas religiones que te obligan a ir de un lado a otro vendiendo la moto, como los mormones, y claro, eso le quitaba mucho tiempo. Hay religiones verdaderamente poco prácticas, la verdad. Por eso, desde hace un año, Paul es budista.
Este nuevo amigo de Elenita le será de mucha ayuda a nuestra amiga. Es alguien del que puede aprender mucho, y no sólo inglés, ya que ¡vivir en Canadá no es lo mismo si no tienes un amiguito canadiense!
¿Y lo de hacerse vegetariano?, diréis... A eso voooooy. La historia es curiosa. Tiene que ver con un matadero (también llamado "fábrica de vegetarianos") y con las Cataratas del Niágara. ¿Y con España? También. Lo primero que le impulsó a dejar de comer carne fue ver un matadero por dentro. Eso es algo normal. Tras ver lo que se hace allí con los animales es normal que se te quiten las ganas de comer carnaza. (Bueno, menos a mí, que seguro que me da hambre.) Entonces Paul fue a las Cataratas y allí al Museo de Cera (tienen una réplica exacta a tamaño natural de las Cataratas hechas de cera... increíble!), y el sótano, adivinad, estaba dedicado a las torturas de la Inquisición Española, con detalles truculentos y gores. Tras la visita se fue con su señora a comer, pidieron pollo... y aquello no quiso entrar. Y así fue como Paul se convirtió en vegetariano y gracias a él los demás tocamos a más carne (¡aplausos para Paul!).
Y por hoy dejamos a Elenita y a su nuevo amiguito. Pronto volveremos con más aventuras de nuestra valdepeñera viajera.